¿Gracias a España por la conquista?

 

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A 500 años de la caída de México-Tenochtitlan.

El país que más me gusta es España: estudié ahí, en la bellísima y Antigua Universidad de Alcalá de Henares, cerca de Madrid; lo he visitado innumerables ocasiones y lo he recorrido intensamente, disfrutando su enorme patrimonio cultural y su extraordinaria gastronomía, para mí la mejor de Europa, pero sobre todo la calidez de sus habitantes,  porque a diferencia de los descendientes de españoles en México, que aún se sienten conquistadores, allá son extraordinariamente hospitalarios. Mi gran cariño por España no me impide contemplar la tragedia de lo ocurrido.

El 13 de agosto de 1521 se cumplirán 500 años de este acontecimiento y es necesario reflexiona con toda honestidad este hecho, cuyas secuelas perduran a la fecha. Debemos estar alerta, porque muchos historiadores lo harán con mentalidad eurocentrista, como lo hizo en el Teatro Libertador San Martín de la ciudad argentina de Córdoba, el ganador del Nobel de Literatura 2010 Vargas Llosa, cuando dijo que el presidente de México se equivocó al pedir disculpas a España por la invasión de hace 500 años, «se equivocó de destinatario«, pues esa carta «debió de mandársela a él mismo y responderse, o respondernos, a la pregunta de porqué México, que hace cinco siglos se incorporó al mundo occidental gracias a España y que desde hace 200 años es independiente y soberano, tiene todavía tantos millones de indios marginados, pobres, ignorantes, explotados».

Al preguntarnos, -como convocó el destacado escritor-, si debemos dar “gracias a España” por incorporarnos al mundo occidental, debemos reflexionar que perdimos y que ganamos. Bartolomé de las Casas en su enciclopédica obra “La Apologética Historia Sumaria” publicada por la UNAM, de acuerdo al modelo aristotélico de una sociedad idealmente perfecta, realizó un profundo y acucioso estudio comparativo de la civilización mesoamericana con las grandes civilizaciones de la humanidad y concluyó que la mesoamericana alcanzó iguales y en algunos aspectos mayores niveles de perfección. (obra publicada en dos tomos por la UNAM. Instituto de Investigaciones Históricas. México, 1967).

Mesoamérica, -a diferencia del resto del mundo que tuvo el privilegio del contacto entre sus grandes culturas para potenciar sus avances culturales-, en forma aislada, autónoma e independiente, construyó una civilización única, que en algunos aspectos superó a todas las demás; para dar algunos ejemplos, inventó el cero mil años antes que el resto del planeta; desarrolló el mayor conocimiento astronómico y el calendario más exacto de su tiempo, creó el maíz, que es la planta actualmente más cultivada en el mundo, pero es la única que no puede reproducirse por sí misma, requiere forzosamente la mano del hombre, porque es una planta artificial, hecha por la genialidad de los antiguos mexicanos.

Lamentablemente, la invasión y presencia española provocó la muerte del 90% de la población originaria y con ello, cercenó de tajo, una de las civilizaciones mas deslumbrantes del mundo. ¿Cuánto perdió la humanidad? ¿Cuánto perdieron los pueblos originarios, además de la vida?

Estas reflexiones se ilustran mejor con una historia de la propia España, ocurrida en Córdoba, cuando en el siglo XVI el obispo Alonso Manrique se empeñó en construir una gran catedral dentro de la preciosa Mezquita y el Cabildo se opuso, por lo que tuvo que intervenir el rey Carlos V para que permitieran realizar la gran obra, de la que se arrepintió después el propio rey, pronunciando la célebre frase: “Habéis destruido lo que era único en el mundo, y habéis puesto en su lugar lo que se puede ver en todas partes”. ¿Cuánto perdió el mundo con la desaparición de una civilización única? ¿Debemos darle gracias a España?

Como defensa de la introducción europea en América, Vargas Llosa argumentó que «las controversias que ha generado la Conquista desaparecen cuando se trata de la lengua», pues «los americanos no se entendían y por eso se mataban«. Lamentablemente la realidad lo contradice nuevamente: en la guerra civil española, hablantes del mismo idioma se mataron entre ellos y lo mismo a ocurrido en todo el mundo.

 El problema —prosiguió el escritor— «no está allá, en el pasado de hace 500 años, o 400,está aquí vivo y nos golpea la conciencia a nosotros los latinoamericanos que no hemos sido capaces de resolverlo».

Precisamente el presente encuentra su explicación en el pasado. A pesar de las numerosas justificaciones que se intentan encontrar despues de sucedidos los hechos históricos de la invasión, es innegable que la conquista desembocó finalmente en la usurpación, el despojo y el sometimiento de los pueblos originarios y todas estas acciones sistematizadas en la época virreynal, por generaciones, fueron empobreciendo y aculturizando a miles de mexicanos descendientes de los pueblos originarios,  a los cuales después de despojarlos de sus tierras, de sus riquezas, de su cultura, de sus conocimientos, los desprecian precisamente por estar en la condición en que los dejaron: ignorantes y empobrecidos.

La transferencia neta de riqueza de la Nueva España a España, fue mayor que la transferencia neta de riqueza  de la India a Inglaterra, a pesar de que la poblacion Hindú superaba varias veces a la de México.

El balance de la condición social que prevalecía en la Nueva España después de 300 años de dominación española, se aprecia en el informe que rindió en 1803, el barón Alexander Von Humboldt después de dos años de recorridos realizados en México: “jamás he visto un país con tantas desigualdades: tanta riqueza concentrada en tan pocos y tanta pobreza en muchos”.

Pero tiene razón el escritor cuando señala: “nos golpea la conciencia a nosotros los latinoamericanos que no hemos sido capaces de resolverlo». Fuimos una nación sometida a otra durante 3 siglos, y cuando se supone que alcanzamos la independencia, el modelo colonial de extracción de la riqueza prevaleció. Sus efectos podemos apreciarlos hasta la época contemporánea, no sólo en el aspecto ecónómico, tambien seguimos colonizados intelectualmente, nos seduce el brillo europeo e ignoramos el brillo original. Ello nos impide aceptar los hechos con la crudeza y brutalidad con que ocurrieron, aceptar sus efectos y sus consecuencias  y tomar las medidas adecuadas para revertir los efectos negativos de ese proceso histórico.  La pobreza de millones de mexicanos de hoy, sin duda alguna, se entiende por el brutal saqueo de ayer. Del total de todas sus colonias, el 75% de los ingresos de España venían de la Nueva España.

Ello no significa fomentar el encono, ni mucho menos desconocer que los hechos históricos ocurridos hace 500 años, forjaron lazos indestructibles entre México y España, entre ellos, lazos de fraternidad y de entrañable amistad entre nuestros pueblos. Reconocer los hechos como fueron, ayuda a atemperar resentimientos sociales y  sentimientos de culpa de ambas partes, para profundizar el mutuo entendimiento entre nuestras grandes naciones, pero sobre todo, a tomar medidas públicas que reviertan el brutal despojo a que fueron sometidos por siglos los pueblos originarios y dejar de  estigmatizarlos repitiendo que su pobreza actual proviene de su «propia ignorancia», de la cual todos somos culpables. Esta sería la mejor forma de recordar la trágica caída de una de las ciudades mas bellas que han existido jamás: México Tenochtitlan.

Por último, quiero decir que no guardo ningún resentimiento personal por mis raíces, mayoritariamente indígenas. Precisamente cuando viví en Europa pude percatarme que lo que les atraía de los mexicanos, no es en lo que nos parecemos, sino en lo que somos diferentes y querían saber sobre todo, de nuestras culturas y costumbres originales, que si las estudiamos con profundidad, entenderemos que deben ser nuestro genuino orgullo. Recuerdo también, aunque fue hace siglos, que mis ojos y cabellos negros, así como mi extranjerismo, arrancaron piropos y silbidos de las gueritas formadas a la entrada de la disco, en Alemania Oriental. Amo a México, amo a España. La verdad nos hará libres.

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